Yo – Vos sabés que me apasionan los puentes...
A - ¡AMO LOS PUENTES!
Yo – Ese puentecito rodeado de
árboles me da la sensación de que para un conejo puede ser una
línea del destino... ¿lo cruzará o no lo cruzará?
A - Para mí no lo cruza.
Yo – Si no lo cruza se quedará en
su zona de confort, disfrutando de lo que ya conoce, de sus arbustos
preferidos, de sus otros conejos del grupo... pero JAMÁS podrá
saber si del otro lado lo esperaba un mundo mágico lleno de hierbas
alucinógenas y una coneja deslumbrante...
A - O un perro salvaje que se lo
devore...
Yo - ¿Vos hubieras cruzado?
A - ¡Ni loca! Yo me quedo de este
lado, con mis familiares, con mis seres queridos, con mis cuevas que
estuve cavando durante toda la vida...
Yo – Yo hubiera cruzado... pero
después te extrañaría...
A - ¿Ves? Ya estás sufriendo el
desarraigo.. ¡Es horrible!
Yo – Psí... puede ser...
A - ES.
Yo - ¿Qué habrá del otro lado, no?
Ahora el conejo se quedará con esa pregunta durante toda su vida...
¡También es horrible!
A - Por eso odio los puentes...
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