21
de Febrero
A – Es el cumple de tu mamá... llamala...
Yo – Ya le escribí... ¿Sabés qué es lo que más recuerdo de los
momentos con mi vieja?
A - ¿Qué?
Yo – Cuando tomábamos un café con bonobón después de comer
mientras mirábamos unas novelas horribles en la tele... con Antonio
Grimau...
A - ¡Qué lindo!
Yo – En realidad eran una excusa para charlar de la vida...
A - ¿Te gusta mi color de uñas?
Yo – Es borravino, ¿no?
A – Sí, algo así...
Yo – Bah, en realidad era una excusa que tenía mi vieja para
sacarme información de qué chicas me gustaban...
A – Las madres somos madres...
Yo – Tiene razón el Principito: esos momentos tan simples, que
parecían tan triviales, son los que me quedaron grabados para
siempre en el corazón y los que mejor me vincularon con mi mamá...
A – Sí, al final esa vida diaria, simple, se graba en la caja
negra para siempre...
Yo – Nunca hablamos de esto, ¿pero viste que hay gente que siempre
tiene que reforzar si te gusta lo que te regala o te cocina?
A - ¿Cómo?
Yo – Claro, por ejemplo, te cocina algo y te pregunta varias veces
si estaba rico, si estaba bueno, si era excelente, si tenía algún
defecto... lo mismo pasa cuando te regalan algo...
A – Ajá... sí, puede ser; no me había detenido a pensar, mi
querido Sócrates...
Yo - ¿Y qué le vas a decir? ¡Que estuvo genial! ... Hay que tener
mucha confianza para decir que la guarnición estaba asquerosa o que
a ese regalo tenés pensado regalarlo de nuevo porque es horrible...
A - ¡Qué bronca que me da esa gente que regala los regalos...
Yo – Vos lo has hecho alguna que otra vez...
A – Eso no quita que me siga dando bronca...
Yo – Los mejores regalos son los que nos hacemos a nosotros
mismos... excepto cuando te hicieron un estudio detectivesco y te
sorprendieron con algo que te gustaba mucho...
A – A veces no te regalan lo que querés pero valorás el gesto, y
más si viene con mucho amor...
Yo - ¿Te acordás cuando te regalé una pala para Navidad?
A – Sí, pero más me impactó que me regalaste un tacho de aceite
de 200 litros para mi cumpleaños...
Yo – Justamente, hice un trabajo detectivesco: ¿o no era tu gran
ilusión un tacho para hacer un compost..?
A – Sí, reconozco que ese regalo tenía amor...
Yo – Lo que es insuperable fue tu regalo para nuestro aniversario
de casados, hace unos años: ¡UNA MÁSCARA DE MONO CHIMPANCÉ!
A - ¿La querías o no la querías? ¿No te habías empecinado en
tenerla después de ver el video de Bruno Mars? Fue un trabajo
detectivesco... Y además iba con amor... ¡monito!